El pasado sábado nos reunimos en torno a la ermita de San Crispín, enclavada en Carrús, antigua pedanía convertida hoy, en buena parte, en el populoso barrio de dicho nombre, el cual surgió con el boom migratorio que Elche experimentó a partir del inicio de la década de los años 60 del siglo pasado.
Los zapateros celebran en ella la fiesta de su santo patrón, remedo de la que los alpargateros celebraban a San Antón.