(Viene de la anterior entrada: la quedada). Todavía pertrechados con nuestros bártulos de creación artística, hacia las 13:30 nos fuimos concentrando en el restaurante (Parres, Parque Deportivo) y media hora después comenzó un recorrido gastronómico comprendido entre los calamares –nuestro lúdico emblema– y la tarta, la cual culminaba la celebración como la cinta de llegada de una carrera que dura doce años.
Tras el reparto de la tarta y los “cafeses” pasamos al intercambio del “cuaderno sorpresa”. A finales del curso pasado acordamos comprar un cuaderno idéntico todos y cada uno de los cuadernistas en el que haríamos sólo cuatro dibujos del tema que quisiéramos, sin saber quien sería el destinatario y manteniéndolos en secreto, para hacer un intercambio a ciegas en la comida del aniversario. Llegada esta, los cuadernistas entregaron los cuadernos, se metieron en sobres y se prepararon papelitos con el nombre de quien lo entregaba; nuestra compañera Mireia Campillo actuó de mano inocente en la extracción de los mismos y el nombrado salía a la palestra y elegía el sobre que quisiera. Así treinta y siete veces, hasta que todos obtuvimos nuestro trofeo.
Luego, los comentarios, la foto de grupo y la despedida que renueva nuestra ilusión y compromiso con Cuadernos Viajeros: “hasta el sábado que viene”. (Continuará…)