Escrito enviado a Madrid

Desde hace dos años, los transeúntes de las calles y paseos, y algunos lugares más inverosímiles de Elche y sus alrededores, pueden ver cada sábado por la mañana a un nutrido grupo de gente repartida en portales, bancos y aceras, algunos en el suelo, otros más precavidos portan su silla plegable, todos blandiendo afanados, lápices, rotuladores, cañas, pinceles, sobre cuadernos, blocs, incluso algún caballete. Esto levanta cierta expectación y los más curiosos no dejan de acercarse a alguno de los concursantes a curiosear de qué va aquello.

Todo esto empezó cuando el director del Taller de Pintura del Centro de Adultos Mercé Rodoreda de Elche, el pintor Juan Llorens, lanzó a sus alumnos el reto de mirar mas allá de las láminas de Freixas, de los calendarios y los objetos inanimados que nos servían de modelos. El reto de salir de la penumbra fluorescente del aula y enfrentarnos a la naturaleza, a la luz con toda su riqueza y variedad y a nosotros mismos. La propuesta era hacer lo que ya hemos dicho: pintar y dibujar en la calle los lugares diarios y cotidianos, pero de un modo un tanto aventurero, al estilo de aquellos cuadernos de viaje que realizaron los científicos y exploradores de nuevos mundos. La consecuencia ha sido descubrir un mundo ignorado, que habitaba en nuestra rutina, al darle más espacio al lado creativo de nuestro cerebro, al buscar nuestra propia creatividad e ir superando nuestra orfandad en educación artística cuando tocaba, utilizando nuestro cuaderno como un laboratorio de ideas en el que experimentar la forma de expresar la percepción personal de nuestro mundo… “ a través de notas dispersas, sin ilación, como los sueños, como la vida hecha de múltiples fragmentos” (Gauguin).

Muchos comenzaron con miedos y reservas porque nunca habían trabajado “al natural”. Pero los temores quedaron pronto superados porque al poner en común nuestro interés por el dibujo y la pintura, el trabajo colectivo y la didáctica horizontal que conlleva nos ha hecho sentir que somos capaces de poner más calidad plástica a nuestra obra más sentida. En el tiempo que llevamos como cuadernistas nos hemos enriquecido como personas, el grupo ha crecido en número y madurez, el colectivo muestra una gran cohesión, hemos descubierto que aunque la voz de cada uno sea pequeña, podemos hablar alto desde el trabajo colectivo, y nos lo pasamos fenomenal en nuestras quedadas.

Son varias localidades que cuentan con nosotros para realizar jornadas de pintura en la calle y hemos hecho varias exposiciones en centros culturales e instituciones privadas con un talante inédito y transgresor: láminas, cuadernos, blocs de muelle, libretas, pendientes de cordeles y pinzas, como en un tendedero, mostrando la realidad con una hermosa desnudez natural, lejos del marco, del cristal y del paspartú, sin hacer la obra lo más ostentosa posible y separatista entre el artista genial y el pobre huérfano de educación plástica.

Toda nuestra actividad se cuelga cada semana en el blog www.cuadernosviajeros.com que es nuestro cuaderno de bitácora, para información propia y para compartirlo con todo aquel que pueda encontrar en este sitio gente con el mismo afán. El único requisito para participar en Cuadernos Viajeros es querer hacerlo.

Como consecuencia lógica de nuestro trabajo, hemos publicado el libro “Cuadernos Viajeros I, el despertar”, en el que se recoge una muestra de esta primera etapa del colectivo, que nos sirve de recordatorio de las ricas vivencias que hemos experimentado y de autocrítica, a la vez que de punto de partida para añadir nuevos retos e ilusiones, que nos llevará a darle continuación en otro volumen, esperamos que para la primavera de 2014.

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One Response to Escrito enviado a Madrid

  1. Exmaestro Zen says:

    Título del segundo volumen: «Cuadernos Viajeros. La selva». Ya se le puede dar algo de dinero a Ramón para la edición.

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